¿Pero cómo puedes ser tan hija de puta? ¿Cómo? Y yo que
pensaba que eras una de esas amigas un poco cabronas pero, al fin y al cabo, de
una buena amiga. Que sí, que muy guapa y muy tal, pero más puta todavía. Si
fuese la primera vez que haces algo así, que me lo haces a mí, no te diría
nada. No. Pero es que es la tercera, la TERCERA. Queda claro que ya lo haces
por llamar la atención o por diversión, pero chica, te estás ganando la fama
que tienes. Antes te defendía, ya no. Luego lloras. Yo ya me he cansado,
tronca, que no eres la puta ama. Que puedes tener a quien tú quieras, ¿por qué
vas a por la persona que de un modo u otro me hace feliz? Eh, ¿por qué? Qué
casualidad que te enteras que me gusta y vas a por él. ¿No estabas tan
enamorada del otro? Anda y que te hostien.
‘’Es que soy muy inocente…’’ Inocente una mierda. Sabes perfectamente
qué haces y el por qué también. Siempre que has estado sola, ahí he estado yo,
¿sabes? Claro que lo sabes, y muy bien porque no ha habido otra puta persona
más que yo, aguantando tus mierdas y defendiéndote como amiga tuya que he sido.
Pero que yo estuviese llorando por él porque se había follado a una y tú
delante y que resulte que esa ‘una’ seas tú. Tiene huevos. Esa la segunda. Y
ahora no pienso dejar que haya una tercera. Que dejes en paz a los demás. Que
no todo es tuyo. Que siempre intentas tener todo y a todos. Y no hostia, no.
Que mi inseguridad también cuenta, porque pienso que
puede irse contigo, que tú eres mil mejor que yo. Y si intentas hacer algo con él, ten el puto
respeto de no mirarme y reírte antes de tirarte a sus brazos, hija de puta.
No sabes cuánto me alegro de que no vayas al puto viaje.
Que no vayas con él, que estés al igual que yo, 2 semanas sin verle. Porque te
juro que si pasase algo entre vosotros, no te lo perdonaría en la vida. Porque
más que el chico que me gusta, el chico al que me estoy planteando que puedo
decirle te quiero, que es más que gustar, es mi amigo. Y es mi amigo desde
siempre. Y sabes cuánto me importa. Lo sabes de una jodida manera que tal vez
pocos saben. Luego llamas zorra a las demás, pero mírate al espejo, por favor.
Que no hace falta que vayas enseñándole todo a todos ni que vayas presumiendo
de cuerpo y de me he tirado a media ciudad y todos quieren conmigo.